viernes, 31 de julio de 2009

HONDURAS SOMOS TODOS

Como un signo de época Mirtha Legrand se da el lujo de decir impunemente que no le interesa lo que pasa en Honduras. Es un signo de época porque, hace un par de años, la diva no se hubiese animado a expresar abiertamente un pensamiento tan egoísta. Quienes representan lo más conservador de América Latina, y especialmente de Argentina, sienten hoy que ya es tiempo de frenar los aires democráticos y profundamente populares que se esparcieron por el continente en la última década. Por eso fingen explícitamente no importarles los acontecimientos de la hermana República de Honduras, aunque en el fondo están esperando muy ansiosos que el Presidente constitucional de ese país no pueda retomar su cargo y que ello sirva de ejemplo a toda Latinoamérica. Honduras es un país centroamericano de casi ocho millones de habitantes. Su historia está plagada de golpes militares, así como signada por la alternancia de éstos con los liberales, los conservadores y los nacionales en el ejercicio del poder político. Sin embargo el poder económico y la capacidad de tomar decisiones estratégicas siempre estuvieron en manos de las castas oligárquicas y terratenientes al igual que en la mayoría de nuestros países. Los intereses estadounidenses primaron durante todo el siglo XX no solamente como punto geopolítico en Centroamérica sino con la presencia de multinacionales de ese país que extraían cuantiosas ganancias de tierra hondureña. Por supuesto asignándole a Honduras un rol meramente agroexportador sin posibilidad de desarrollar ninguna industria. El país llegó a ser el principal exportador de bananas del mundo, negocio monopolizado por una sola empresa norteamericana. Decir que el pie del Imperio aplasta y asfixia a los pueblos no es solamente una metáfora. El relato del párrafo anterior demuestra cómo el rol que le asignó EE.UU a Honduras (con la complicidad de sus clases dirigentes) haya convertido a ese país en un territorio para pocos afortunados y con una mayoría sufriendo pobreza. Con este marco, el actual Presidente constitucional de la República de Honduras, Manuel Zelaya Rosales, amparado en una situación política latinoamericana favorable a los pueblos, comenzó en su país una serie de transformaciones en beneficio de quienes menos tienen que no fue soportada por los poderosos de siempre. La Historia que sigue es conocida. Los mismos que aquí y allá hablan de diálogo, de consensos, de instituciones, de república, de defensa de las constituciones, no dudan ni un segundo en pisotear todos esos valores y utilizar la fuerza, la manipulación y la mentira para defender los intereses históricos de las minorías. En 1976 Videla y compañía dieron el golpe cívico militar más sangriento de la historia argentina con el argumento de defender la constitución y las instituciones. Acá y en todo el mundo siempre usaron esos argumentos para atacar a los pueblos. En Honduras acusan al legítimo Presidente de haber cometido un delito: intentar organizar una consulta popular no vinculante sobre la hipotética reforma de la Constitución. El Pueblo debía votar. ¿Hay algo más democrático? El Presidente quiso consultar al Pueblo. Lo secuestraron, lo subieron a un avión, lo expulsaron del país, le fraguaron la renuncia, y entonces los diputados y senadores colocaron un presidente de facto actualmente desconocido por el mundo entero. En “defensa de las instituciones y la democracia” están reprimiendo manifestaciones con balas de goma y de plomo, declaran el estado de sitio, prohíben trabajar a periodistas y reporteros gráficos, persiguen y detienen ilegalmente cientos de personas, hay gente presa, herida, asesinada, todo con la excusa de los golpistas de defender la Constitución. Estamos lejos, es verdad. Es probable que Mirtha represente cabalmente a unos cuantos compatriotas. Tanto como en algún momento nos representaba el “por algo habrá sido” que se escuchaba como justificación civil a las desapariciones y asesinatos durante nuestra dictadura. Incluso tal vez la diva de los almuerzos lo haya repetido alguna vez en aquella época. Hoy no podemos cometer los mismos errores. Porque aprendimos de todo eso, es que no debemos dejar pasar este golpe en Honduras. Porque si, desde todos los rincones del mundo, se hace la fuerza necesaria para reponer al Presidente legítimo en su lugar, habremos superado una prueba histórica y, sobre todo, será un aviso a quienes piensan que es posible volver a vulnerar la voluntad popular en América Latina

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FELC

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