lunes, 20 de abril de 2009

SIÉMPRE A ÚLTIMO MOMENTO

La epidemia del dengue en los primeros meses de este año está haciendo estragos en nuestro país, principalmente en el noroeste. Unos, el gobierno, dicen que son 16 mil casos. Otros, Médicos del Mundo, desmienten estas cifras y aseguran que son cerca de 50 mil los infectados. Lo cierto y concreto es que hay personas fallecídas por esta enfermedad, transmitida por el mosquito AEDES AEGIPTYS. Y como ocurre siémpre en Argentina, las medidas “preventivas” se toman cuando la situación está muy avanzada o ya descontrolada. Este insecto transmisor de la enfermedad puede ser encontrado desde las provincias del norte (Chaco, Jujuy, Salta, Formosa, Corrientes, Misiones, etc.) hasta el centro mísmo (Buenos Aires, Mendoza). El lugar donde se reproduce es donde hay agua estancada. En esta pocas líneas no hay nada nuevo de lo que ye hemos visto, leído y escuchado en otros medios o a través de alguna declaración de distintos funcionarios públicos de todos los niveles. Las informaciones son dispares, según quien las diga, sobre cuantos enfermos y fallecidos hay por el dengue. Esto trae aparejado una triste realidad desde varias situaciones que sufre la población mas desprotegida y olvidada, o sea los mas humildes. Porque este mal aqueja en su gran mayoría a las personas pobres. Esto pone en evidencia varias falencias que tenemos en salud, infraestructura y conciencia que detallamos a continuación. En primer lugar apuntamos al sistema sanitario. Porque no se cuenta con hospitales de mediana complejidad (por lo menos) en zonas donde la población es poca. Solamente se encuentra algún centro de salud en condiciones precarias, con falta de profesionales, especialidades, medicamentos e insumos para semejante tragedia. Los pocos médicos con que se cuentan están haciendo lo imposible para poder atender y tratar a los enfermos. Pero ésto, tienen que derivarlos a la capital de sus respectivas provincias donde sí hay centros sanitarios más complejos. Consecuentemente, por la gran cantidad de damnificados, está desbordada la capacidad de los mísmos. Además se cuentan con pocos y obsoletos laboratorios de análisis para detectar la enfermedad en los pacientes y con esta pérdida de tiémpo se hace muy difícil combatir ésta o cualquier otra epidemia. Otras de las carencias que se notan es a nivel de infraestructura. En las provincias donde se generó y detectó el mosquito vector y lógicamente luego el dengue, no es ninguna casualidad, que faltan obras en tendidos de redes de agua corriente y segura. Son pocos los hogares que cuentan con este servicio, por no decir que son prácticamente nulas. En las mayoría de las casas, la gente utiliza agua para su quehaceres cotidianos consiguiéndolas de pozos, aljibes o se las acerca algún camión cisterna y luego son almacenados en tachos o tanques sin tapa. Hay que agregar que el estancamiento contínua de este elemento en zanjas, calles, cunetas o terrenos baldíos es algo, lamentablemente, habitual en todos lados. Tanto en las ciudades como en los barrios. Ni hablar de quienes están viviendo alejados de los centros poblados. Ellos directamente no son tenidos en cuenta para éstas ni otras obras y ni siquiera van a visitarlos para prevenirlos o ver que no estén enfermos. Todo esto es una invitación para que el mosquito se reproduzca y continué expandiéndose el dengue a todo el territorio nacional. Por último, y no menos importante, tenemos que señalar la conciencia. Tanto de los funcionarios públicos como de la gente. En ambos casos la responsabilidad, en mayor o menor medida, es compartida. Queda demostrado la falta de acciones preventivas por parte de quienes nos gobiernan y que es y será un factor determinante para que se propague esta enfermedad. Reaccionaron equivocados, no combatieron al mosquito Aedes Aegiptys antes que se reproduzcan tanto en los lugares que funcionan como criaderos. Al mal planteo sanitario a esta enfermedad (y otras también), los centros de salud asistenciales precarios en las ciudades con menor densidad de población y los pocos médicos con que se cuenta en todos lados, además hay que sumarle que la prevención, factor fundamental para combatir todas las enfermedades, fumigación y entrega de repelentes fue tardía. Nosotros pusimos nuestro granito de arena en la irresponsabilidad, no hacemos casos a las informaciones cuando tenemos los síntomas, nos automedicamos y no vamos a visitar al médico, dejamos recipientes con agua para la facilitación de la procreación de los mosquitos y no usamos repelentes adecuadamente. En este último tema, también están los vivos de siempre que aumentan los precios cada vez que la demanda, de cualquier producto, es alta. Si queremos que este o cualquier otro mal no nos aqueje en el futuro, debemos estar prevenidos, preparados y equipados en todo momento y no esperar hasta último momento para reaccionar. Esta responsabilidad la tenemos que tomar todos, para mejorar como personas y país.

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FELC

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