miércoles, 17 de junio de 2009
"TRATAR DE DESNATURALIZAR CIERTAS COSAS"
Desde fines del 2002, en el oeste del gran Buenos Aires, surgió el Centro Comunitario El Transformador. En él se puede encontrar un grupo de personas que se interesa por los demás y que brindan variadas actividades para quienes quieran concurrir a visitarlos.
Cuando los medios de comunicación masivos nos muestran el individualismo y la mezquindad que hay en la vida cotidiana de nuestra sociedad, lo primero que pensamos es que día a día nos hundimos un poco más en el infierno y nos recluimos en el hogar, temerosos de salir a ayudar a quien tenemos cerca. Pero esta psicosis negativa, que quieren profundizar los medios y quienes participan en ellos, no alcanzó a las personas que trabajan en el Centro Comunitario El Transformador. Fuimos a Caseros 200 en las cercanías de la estación de Haedo, donde nos recibieron cordialmente María José, Teté y Ramiro, integrantes del centro cultural; quienes mate de por medio, comenzaron a narrar a FELC su forma de trabajo:
¿Cómo fueron los comienzos de El Transformador?
Nosotros somos un desprendimiento de la Asamblea de Haedo. Desde fines del 2002 funcionamos en un lugar a modo de comedor, pero después de que hubo un lío buscamos otro y conseguimos este espacio que es prestado. En ese momento éramos entre nueve y diez personas los que más poníamos el cuerpo, pero dada nuestra dinámica de organización a veces en las asambleas podíamos ser como 25. También venían personas a colaborar los fines de semana, que tenían menos tiempo o que estaban en otras organizaciones.
-¿Con qué trabajos empezaron?
Con el comedor y un par de talleres cortos. Porque cuando vinimos acá, la casa estaba destruida, había escombros y no tenía escalera. Desde un principio nos llevó mucho tiempo poner habitable la casa, todos los miércoles nos juntábamos a acondicionar el lugar, porque ya funcionaba el comedor, que era desde media mañana hasta las 17 horas. Además había varias actividades para los pibes los días sábados. Los talleres en sí los empezamos en agosto del año siguiente, en el 2003. El de acrobacia aérea en tela fue el primero.
“Tienden a ser espacio de formación política”.
-¿Cómo se generó cada espacio?
Los talleres fueron surgiendo, fue como que todo tuvo movimiento dentro de los espacios: a medida que se laburaba se generaban nuevos objetivos, tienden a ser espacio de formación política. Desde la biblioteca surgió lo del libro itinerante, en donde es abierta a que cada uno se lleve un libro sin costo. La idea es que se lea y se haga circular. Está el cine debate, que generamos junto con H.I.J.O.S Regional Oeste y que también compartimos la Dvd-teca , que es de cine documental.
¿De qué manera participan las diferentes personas que trabajan en el Centro Cultural?
Con el tiempo se fue modificando la forma de participar: en principio es un momento de práctica y de poner el cuerpo y después un período de aprendizaje con la vivencia. Eso no quiere decir que cuando se empieza no se participa en ningún espacio de decisión, todo lo contrario: cada espacio tiene su reunión para decidir que hacer con ese espacio y decidir posibles cambios.
“Desnaturalizar el individualismo que nos atraviesa a todos y ver que las salidas a esas situaciones son colectivas”.
Ustedes trabajan con los/as chicos/as en situación de calle, dentro del lugar y fuera del predio y están realizando una campaña llamada “con nuevos ojos” ¿Cuál es el objetivo que quieren realizar con esta acción?
Es una campaña de la que intentamos salir fuera de El Transformador y tratamos de instalar la problemática de los pibes y pibas que están en situación de calle, para desnaturalizar ciertas cosas, como por ejemplo determinadas formas de relacionarse con la realidad de ellos mismos, de mirarlos tirados en la calle y verlos como si nada. Es una campaña de sensibilización hechos por los mismos chicos. Se juntan una vez a la semana y ahí piensan entre todos que mostrar, que les quieren decir a las personas que se cruzan todos los días en la calle y de que manera se va a decir, mediante qué imagen. Los calcos que hicimos los salen a pegar ellos mismos. Y los ponemos en todos lados. Hay gente que nos interpela cuando nos ve pegándolos: te preguntan de donde sos, que se puede hacer. Pero igual es poca gente.
¿Cómo trabajan con ellos?
Somos un centro de día, los chicos se acercan por nuestra modalidad de “callejeadas”, en la cual se establece un primer vínculo con los pibes y pibas en el lugar donde ellos están y de ahí se los invita a poder acceder al centro cultural; porque se aspira a conocernos en primer lugar.
¿Es un periodo de adaptación?
No, es una vinculación de las dos partes, que aspira a acompañarlos en otro proyecto de vida alternativo al que vive en la calle. Esto que surja de la idea de poder compartir con otro que tiene una forma de vida distinta, porque sus condiciones materiales lo son. La idea es desnaturalizar el individualismo que nos atraviesa a todos y ver que las salidas a esas situaciones son colectivas.
¿Qué les brindan en este lugar? Un espacio, que representa más que nada contención. En lo material, una merienda, talleres, un ropero comunitario. Se trata con los chicos de generar proyectos alternativos de trabajo. Ahora está funcionando una cooperativa de pines (prendedores) y se trabaja con organizaciones sociales, con los pibes de la murga Los Que Nunca Callarán (sobrevivientes de la tragedia de Cromagnon), con H.I.J.O.S de Neuquén y los de la Regional Oeste.
¿Desde qué edad pueden asistir?
Desde que nacen o desde que estén en la panza. El convenio dice que es hasta los 18 años, lo que pasa que nosotros seguimos con los pibes/as más allá de la edad. También trabajamos con el núcleo familiar directamente, en general con las mamás porque los padres se borraron del mapa.
“Lo que es necesario siempre son los recursos humanos”.
¿Cuantos son los que están laburando en la actualidad?
En las asambleas somos 18, pero hay gente que colabora de otra forma: serán unas 30 personas. Otro que asume bastante compromiso es el grupo de jóvenes.
¿Cómo consiguen el dinero para solventar las actividades?
Con una fiesta cada dos o tres meses y luego surgió la idea de recuperar el corzo de acá, de Haedo, así que durante tres años lo hicimos en la avenida Rivadavia y aprovechamos el ingreso económico del buffet. Por otro lado, los talleres tienen cuotas de 15 pesos mensuales: una parte se destina a los profesores y otro mínimo porcentaje para la organización. Además se piden materiales, por ejemplo; alimentos, papel higiénico, secador, etc., se hacen eventos culturales todos los sábados, algunas variette donde vienen a tocar grupos de música latinoamericana y se venden bebidas y comida. Tenemos un ingreso de un convenio con el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, por el cual se recibe un subsidio de la provincia desde hace dos año, para trabajar con los/as chicos/as en situación de calle.
¿Cobran ustedes por realizar esta tarea?
Algunos de los que estamos en El Transformador sí: nos damos una retribución económica porque sino no se podría mantener lo que hacemos. Estamos mucho tiempo acá adentro y no podemos mantener otro laburo y esto. Funcionamos de lunes a sábados y algún que otro domingo. Hay mucho para hacer y lo que siempre es necesario son los recursos humanos: no damos a basto. No por venir a ayudar, si no desde otra lógica: la de participación. Estamos abiertos que se acerquen a conocernos.
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FELC
POR EL CAMBIO SOCIÁL!
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