Los Unos y los Otros, sin-vergüenza.

Después de la pelea de poder entre la clase dominante argentina, se están calmando los ánimos. Según los medios masivos de comunicación, tanto los Unos (el gobierno nacional) como los Otros (las cuatro entidades del campo) siguen la marcha hacia la construcción de un país mejor. Unos se lamentan el voto no positivo del Presidente del Senado de la Nación, el famoso proyecto de ley 125 de retenciones móviles a las exportaciones agropecuarias (que derogó posteriormente el Poder Ejecutivo) y la renuncia del Jefe de Gabinete. Mientras los Otros están viviendo una fiesta en pleno barrio de Palermo, que tiene como particularidad un toro bautizado “Cleto” (quien reemplaza al torito “Alfredito”), la invitación por parte de la Sociedad Rural a las otras entidades agrarias (quienes tenían escaso o nula participación en esta exposición) y la no concurrencia a los stand de varias provincias en disconformidad con la élite del campo. Desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde hoy el poder está concentrado (casualidad o causalidad), se han olvidado que en parte de la provincia del Chaco y Santa Fe, la madre naturaleza no está aportando las lluvias necesarias a esta zona y por consecuencia están sufriendo unas de las peores sequías de los últimos 90 años. ¿Cómo inmiscuir este problema climático con lo nombrado anteriormente? Es fácil: Ante ésta adversidad, los Unos tendrían que haber realizado las obras de infraestructura necesarias para que en ningún caso les faltara el agua potable a las personas que viven en la zona afectada: evitarla creando algo para el almacenamiento del H2O y canales de riego hacia el campo. Los Otros, que se autodefinieron como salvadores de la Argentina y la voz cantante del campesinado en los reclamos, se olvidaron de proveerles a sus pares (campesinos, no animales) el sustento alimenticio y agua para la hacienda que está sufriendo y falleciendo. Y así contribuir al desarrollo regional, del que tantas veces hicieron alardes. Esta sequía (de ideas y no climáticas) está afectando a Córdoba, donde el gobernador quiere sancionar una ley de recorte presupuestario estatal, que afectará directamente el salario de los empleados públicos. Para ello, debe ganar en estas votaciones, en donde dentro de sus filas cuenta con políticos “k” que le jugarían en contra, debido a que el gobernador mediterráneo simpatizó con el campo. Para conseguir el número, avalar el dictamen y ver que está en riesgo perder, decidió hacer renunciar a dos funcionarios públicos de su confianza, para que estos vuelvan y ocupen la banca que dejaron cesante cuando fueron llamados a estar dentro del gobierno provincial. En este movimiento estratégico de ajedrez, al gobernador se le prendió la lamparita. Ante tanto encendido de ideas, hay que tener cuidado y “racionamiento”, porque el gobierno nacional aprobó la suba de la tarifa energética domiciliarias hasta un 30% para quienes tienen la posibilidad de contar con este servicio escaso. Además, otorgó este beneficio a las empresas capitalistas para que realicen las obras, que deberían estar hechas, y para que no colapse con la consecuencia que vuelvan los cortes (energéticos). El campo en su rol convincente de defender a todos/as los/as argentinos/as, en ningún momento salió a señalar que es un atentado a los bolsillos y a exigir la derogación de este aumento. Mucho menos que si en caso que se lleve adelante, exigir que este servicio llegue a todos los rincones de la patria. ¿Quizás prefieran que este avance tecnológico quede estancado, para que sus peones no vean, ni escuchen ni lean que hay otra realidad a parte de la que ellos les cuentan? En definitiva, ni los Unos, ni los Otros “representantes” y defensores de todos nosotros/as salieron a pronunciar palabras de alegría ante los micrófonos por el hecho que las Abuelas de Plaza de Mayo lograron recuperar la identidad de una hija y un hijo de desaparecidos y hacerlos reencontrar con sus familias biológicas. Se nota que en este último caso, la clase dominante argentina se puso de acuerdo, que esto no le traía ningún rédito para la acumulación de poder. Los Unos y los Otros coincidieron en algo… que son sin-vergüenzas.